Nos hemos juntado en Suesa, Santander, cuatro miembros de la comunidad itinerante de Monte Carmelo. ¡Qué coincidencia y qué alegría seguir compartiendo la fe!
Comenzamos la mañana del jueves santo presentándonos, éramos un grupo de 24 personas venidas de distintos puntos de España, aunque el trinitario que nos acompañó en las reflexiones era de origen alemán, venía de Antequera y hablaba más andaluz que alemán, le entendíamos perfectamente. Era muy gracioso.
Comenzamos el día con una reflexión sobre el texto de la samaritana que habían elegido como lema de la pascua de este año. Nos preparamos para la celebración de la Cena del Señor. Participamos con las monjas en todas las celebraciones y también la gente del pueblo. El clima de profundidad y de cercanía llenaban todos los espacios. Todas y todos incluidos en el gesto de lavarnos los pies, de estar en vela en Getsemaní acompañando al Maestro y caminar como discípulas y discípulos en el camino al Calvario, el vía crucis por la huerta del Monasterio y con linternas en la mano. No éramos meros espectadores de lo que sucedió y sigue sucediendo hoy en el camino de la cruz y de tantas cruces nuestras y de nuestros hermanos. Se nos invitaba a cantar en cada una de las estaciones: “En mi debilidad me haces fuerte, sólo en tu amor me haces fuerte, sólo en tu vida me haces fuerte, en mi debilidad te haces fuerte en mí, en cada una de nosotras y nosotros, estaba siendo así.
El texto de la Samaritana cobraba más fuerza y sentido entre nosotros. “He conocido a Alguien...” Ha sido unos días de encuentro, de reconocer nuestra necesidad de Dios y de acogerle él necesitado de nosotros. “Dame de beber”... “Tengo sed”...
El sábado fue día de desierto, cada uno nos buscamos un rinconcito para contemplar, reconocer la presencia de Dios y preguntarnos: ¿quién moverá la piedra del sepulcro? Terminamos la tarde de desierto compartiendo vísperas con las monjas y un rico café.
La preparación de la Vigilia Pascual de la noche fue larga y bonita, participamos mucho, muchos y de muy distintas maneras. Se trataba de proclamar con convencimiento y gran gozo: ¡¡¡ALELUYA, JESÚS HA RESUCITADO!!!
Esta es una pequeña presentación de nuestra experiencia. Con ganas de invitaros a hacerla a cada uno de vosotros. ¿Os animáis?
UN ABRAZO: Inma, Marian, Juanan y Guenther